Tania Hermida
¡Qué tan lejos!
Entrevista de Raquel Ruiz con Tania Hermida, cineasta y autora de la película ecuatoriana ¡Qué tan lejos!
¡Qué tan lejos! es una “road movie” considerablemente atípica, con bellísimos paisajes, sin violencia, sin acciones espectaculares ni un final previsible, sino con un sutil humor subyacente. Es una película profundamente filosófica, en la que, como dice la cineasta, “las situaciones, los objetos, los lugares no solo son lo que parecen a simple vista, nada tiene un significado intrínseco sino solo el que le concedemos”.
© Raquel Ruiz, 2008
Raquel: Como espectador, uno se siente inclinado a interpretar la película como una metáfora de una traducción, es decir el intento continuo observado a lo largo de toda la trama de interpretar, asimilar, eliminar o ignorar contradicciones y dar un significado a las cosas, adaptado a las circunstancias y salvando las barreras geográficas, sociales y culturales. ¿Era esa la intención?
Tania Hermida: En el proceso de construcción del sentido de la vida y, en el caso de la película, del sentido del viaje, hay siempre un esfuerzo de “verbalización”, es decir, un afán de encontrar las palabras que más se acerquen y mejor describan nuestra experiencia sensible. Ese esfuerzo es, en cierto sentido, siempre inútil, porque la experiencia siempre rebasa nuestra capacidad de nombrarla. En ese proceso siempre hay un “otro” con el que tenemos que comunicarnos. En la peli es evidente que Tristeza es “la otra” para Esperanza y viceversa. El hecho de que sean mujeres de países y culturas diferentes y que, además, tengan temperamentos tan contrapuestos, les obliga a estar en constante “traducción”, haciendo un constante esfuerzo para que su experiencia de la vida sea comprensible para los otros, que es, al final, la única manera que tienen de hacerla comprensible para sí mismas.
Raquel: Los pasajes en quechua no se subtitulan, con lo que muchos espectadores ni siquiera saben qué lengua oyen. ¿Se hizo así para resaltar la impotencia no siempre reconocida de no poder comprender una lengua supuestamente materna?
Tania Hermida: Para los mestizos en Ecuador el kichwa no es nuestra lengua materna, sino justamente la “lengua del otro”, ese “otro” que es, a la vez, tan cercano y lejano para nosotros, el indígena. Nuestra lengua materna es el castellano, pero un castellano que está lleno de vocablos kichwas. Tenemos, entonces, una relación paradójica con esa lengua. Es una lengua que ha estado históricamente subordinada a la lengua del poder oficial y, por eso mismo, es una lengua de resistencia a las formas hegemónicas del poder. La hemos tenido muy cerca y, a pesar de ello, nos quedamos siempre fuera de ella. En la película yo quería que el público mestizo se sintiera “expulsado” de la escena, igual que el personaje de Tristeza, que en ese momento se siente “extranjera” a pesar de sí misma.
Raquel: ¿Qué importancia concedes a la lengua en tus películas? Hay cineastas que la consideran un aspecto secundario.
Tania Hermida: Para mí la construcción de personajes para una película atraviesa, sobre todo, por la lengua que hablan y cómo la hablan, qué relación tienen con ella, cómo se apropian de las palabras o inventan palabras nuevas. Eso define, también, de qué lado del poder se coloca cada personaje en su relación hablada con los otros. Creo que el alma de cada personaje y su lugar en la historia de una película están determinados, en gran medida, por su manera de “estar” en su lengua materna y en las lenguas de “los otros”.
Raquel: ¿Eres partidaria del doblaje o de la subtitulación de las películas en general y de las tuyas en particular?
Tania Hermida: El doblaje me parece un atentado contra el trabajo de los actores y de la directora o director de una película. Una buena parte de la actuación está en la voz, en sus matices, en sus tonos. Incluso si no entendemos la lengua que habla un personaje, hay algo fundamental del mismo que está en su voz y que se pierde con el doblaje. La subtitulación, en ese sentido, es un “mal necesario” porque es la única manera de conservar la voz del personaje y, además, acercarnos todo lo que sea posible, al sentido de lo que dice. Creo que una buena subtitulación permite que eso ocurra de manera fluida.
Mi película ha sido subtitulada al inglés, al francés, al alemán, al ruso… en todas las funciones he sentido que el público sintoniza con la historia y con los personajes, por eso creo que hemos hecho un buen trabajo de subtitulación. Yo, personalmente, supervisé la subtitulaciión al inglés y aprendí que, mucho más importante que la traducción literal de cada palabra o frase, es la traducción del sentido de cada frase y para ello es necesario moverse como pez en el agua en ambas lenguas, no desde la corrección gramatical, que estaría bien para traducir textos académicos o científicos, sino desde el uso de la lengua en la vida cotidiana de personas concretas en contextos concretos, solo eso te da el bagaje de “modismos” que se necesita para que se conserve la frescura del lenguaje que cada personaje utiliza. A veces, con una palabra, se traduce mucho mejor lo que, en la lengua original se ha dicho con toda una frase y lo mismo al revés, a veces se requiere toda una nueva frase para traducir un solo término de la lengua original.
Raquel: ¿Has hecho o piensas hacer un seguimiento personal de la traducción y subtitulación de tus películas? ¿Por qué?
Tania Hermida: Solo lo hice con la traducción al inglés porque esa lengua me es muy familiar, la aprendí de niña y no de modo académico. El resto de lenguas me son extrañas y no podría aportar nada haciendo un seguimiento personal, ahí ya dependo de los traductores y traductoras. Me sorprendió mucho que la gente de la zona suizo-alemana comprendiera tan bien la peli. Creo que una buena parte de ello debe ser por la traducción que se hizo.
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